A principios de este año imaginé por primera vez el taller de creatividad femenina. Fue de esas ideas que vienen a la cabeza repentinamente y que provocan un estado de magia, alegría y entusiasmo. No fue nada fácil definirlo y concretar sus objetivos. Al contrario, su preparación fue un enorme desafío y pasé por varios estados de ánimo que me hicieron ir desde la más extrema euforia hasta el más derrumbado desánimo. Menos mal que tenemos la capacidad de evocar nuestras experiencias internas y pude recurrir, sobre todo cuando la desconfianza se ponía a opinar sobre lo poco interesante que podía ser esta idea, a esa primera imagen que tuve del taller y que seguía emitiendo destellos y fuegos artificiales.
Materializar una idea propia es una tarea titánica. No por el trabajo que pueda costar estudiar su realización, analizar su desarrollo, solventar dificultades imprevistas o recolectar las herramientas que te permitirán su creación. La tarea realmente titánica es que esta idea logre sobrevivir en el tiempo a todos los obstáculos internos por los que pasaremos durante su proceso de creación.
¿Tiene verdadero sentido hacerlo?, ¿será útil para mí o para alguien más?, ¿lograré satisfacer mis expectativas o las de los demás?.
Nuestra idea tiene que superar prejuicios propios o ajenos, miedos reales o ficticios, frustración, inseguridad, pereza, hartazgo, desánimo, negación y un largo etcétera.
Nuestro proceso creativo, a final de cuentas, es una experiencia de superación personal enorme. Nuestra idea nos lleva a ser valientes, intrépidos, fuertes, positivos, imaginativos, entusiastas.
Así pues, con la inmensa ayuda que puede ofrecernos la humildad en cualquier tipo de proyecto, comencé por ofrecer talleres piloto que me ayudasen a comprender qué dinámicas podían darse en un taller de creatividad femenina y de qué manera podía ayudar yo a que las participantes tomasen consciencia sobre la manera en que se relacionaban con sus procesos creativos. Confiaba en que la experiencia misma me fuera enseñando a rescatar los tesoros que contienen estos diálogos internos y a compartir experiencias personales que al final de cuentas se vuelven colectivas.
El taller de creatividad femenina es un espacio de encuentro con tu manera de proyectar y crear. Es un espacio de conexión contigo misma que permita desarrollar tus ideas y planes atendiendo tus estados y dándoles un lugar para comprenderlos.
A día de hoy he realizado 5 talleres y compartido con 21 mujeres que han participado de la experiencia. En enero comenzaremos un taller fijo con participantes de los talleres anteriores, abierto a todas las mujeres que quieran probar y compartir. ¡Anímate!